domingo, 5 de mayo de 2024

Reseña de Lluïsa Lladó: ‘El arca de Wislawa’. Torremozas. 2017

 El arca de Wislawa - Lluïsa Lladó - Ediciones Torremozas


Lluïsa Lladó nació en Palma de Mallorca en 1971. Su formación parte de Técnico Superior de Diseño y Artes Plásticas y de Revestimientos y Pavimentos Cerámicos. Ha publicado los poemarios: Azul-lejos (Parnass, 2013); El bosque turquesa (Torremozas, 2014); La marquesa de seda (Unaria Ediciones, 2015); El arca de Wislawa (Torremozas, 2017) y La complejidad de Electra (Torremozas, 2020) y Etiqueta roja (Loto Azul, 2023). El arca de Wislawa es una obra homenaje a Wislawa Szymborska, a partir de su poesía, Lluïsa  Lladó arma un poemario aprovechando un lenguaje directo, accesible y evocador en el que la figura de la premio nobel sirve como punto de partida y como metáfora además de cómo homenaje.

Un lenguaje coloquial, asuntos de la vida cotidiana exploran la belleza y el significado de lo más evidente, que es precisamente lo que se escapa a la percepción, por lo común y mundano: “Ir de un lugar a otro como un insecto / que huye / de la luz / y busca el confort del ruido / del motor de la nevera” (Soberanía); “La casa apestaba a soledad, / ahora desprende olor a lomo de gato” (Bandeja de entrada). Los detalles elegidos como motivos, las imágenes vívidas y precisas están muy relacionadas con una especie de cuaderno de viajes, que evoca no solo el paisaje lejano sino, en cierto modo, la presencia del paisaje propio: “Nunca sentí la necesidad tan fuerte de pertenencia / a esa capital de pérdida; / querer formar parte de su tierra, / morar con el origen de la vida, era vida, / y con la lengua cortada no osaba hablar / a la belleza”(¿Quién recitará un poema delante de mi tumba?).

Sin embargo, atisbamos más allá de las simples anécdotas, una reflexión filosófica. La cuidada sencillez de los poemas contienen profundas reflexiones sobre temas como el paso del tiempo, la mortalidad, la naturaleza del amor y la existencia humana. “He venido a lamer la sabiduría, / al eco, a los caballos con cascabeles / y rotonda apellidadas en su lengua droga /…/ He venido, mejor difamada, / no en busca del amor” (Chica lista con el corazón de patata);“La incongruencia, / haber estado enredados sin ropa, / escasa una tregua” (Cachemira y mohair). El labanico de referencias literarias y extraliterarias es amplio( “Sin hijos. / Somos tus adoptivos para llevar el verso / que predijo Casandra. // Te giraste a la huida de Lot / y prendí, madura o abuela, / del hilo de un jersey del Yeti / que ahora sirve hamburguesas en Oslo”, El origen).

La ironía y humor unida a la perspicacia crítica son características celebradas de la obra de Szmborska. Esa misma frescura la asume Lluïsa  Lladó en el tono de los poemas, le otorga ligereza a unos poemas con contenido profundo y, a veces doliente: “Si puedo sentir dolor, / también, / ya puedo amar” (Bandeja de entrada); “El arte es pecado. / Y yo iré al infierno” (Cuaderno de Wislawa); “Niño, ¿a cuánto tienes la esperanza? / ¿Qué la humanidad sea consciente del cataclismo / y la ausencia creada por los mitos?” (Cosmos).

La conexión Szymborska se explicita como un tema recurrente a lo largo del poemario:  “––Luisa, tú viviste en otra vida / en Polonia. // Estás conectada a Wislawa” (Bitácora de Pallará); “Polonia tiene el don del oportunismo, / el pasillo de un restaurante asiático / con entrada al bulevar / y a la salida de los callejones”; “Wislawa me dio la mano / para que no me perdiera /…/ Qué pena cuando un animal se extermina. / La decadencia del cabaré / y sus artes marciales” (Cuaderno de Wislawa); “En la visita de la cuna de Wislawa, / sentí una fuerza poética; / una energía tan poderosa / que mi tez se quedó sin pecas y mi pelo, albino. /…/ La conexión ha conducido hacia mi interior. / El reencuentro. El renacimiento. La profecía” (La conexión Wislawa). Es especialmente relevante en cuanto a la imagen del cajón, símbolo adoptado por ambas poetas como sugestivo memento: “Wislawa amaba el cajón sobre todas las cosas /…/ Visionaria creó espacio / para el mundo onírico” (Ave cajón); “Qué contiene la conversación / a cien mil pies de altura / antes de ser semilla fecundada / contra la tierra” (El cajón); “Wislawa, ahora entiendo la sublimación del cajón. /…/ Es el sentido único de la humanidad. / El hombre metido / en hospitales, en escuelas, en cárceles, en cementerios. / Igual que herramientas, fuentes s o tesoros”.

Lluïsa  Lladó sella el homenaje con una conclusión que es una reivindicación dela literatura, de los paisajes, de la vida que todo lo contiene: “Pero, de lo narrado, / solo podrá salvarse / del desastre, un libro. // Después se anegará todo, / los polos serán planos. / Los cuerpos flotarán / con la parsimonia de las flores / igual que lo hacen en los ríos de la Garam Masula / y repoblarán. / El ala. / La garra / y la semilla. // El Arca de Wislawa / Syzymborska”.

jueves, 2 de mayo de 2024

Reseña de Damaris Puñales Alpízar: ‘No vine a hacerme la inocente’. Liliputienses. 2023

 NO VINE A HACERME LA INOCENTE


Damaris Puñales nació en Matanzas (Cuba) y es profesora en la Universidad Case Western Reserva de Cleveland (Ohio). Libros de crítica literaria. Beca Fulbright. Este es su primer libro de poemas. La primera parte toma la versión en inglés, I won’t play innocent, para posicionarse dentro de una honestidad brutal en los poemas que le servirán para analizar una relación: “Al principio fue el verbo, / la palabra que no supe conjugar mi vida / el camino que troqué para el silencio /…/ Al principio fue Dios, / pensándome / con un amor que no entendí”. Lo conflictivo se especifica rápidamente: “En la última de nuestras guerras estábamos en bandos contarios / equivocados. / No supimos desertar a tiempo para salvarnos / La última batalla está por comenzar”.

La perspectiva es a veces, generacional: “Mis amigos de infancia / son hoy estos señores calvos de panzas prominentes, / estas señoras de pelo teñido / con hijas e hijos ya grandes”; “¡Cuánto hemos cambiado, / Wayne! // No te reconocerías / manejando un Mustang /…/ Por esos pasas de largo / mientras te busco por estas praderas / de asfalto” (Por las tierras de John Wayne).Incluso con vocación general, porque “the poetry is still the same bad shit”. Describe con acierto la rutina y el tedio en poemas como El día no comienza…; “Soy la que quedé parada en el andén / mientras todos los trenes partían” (Pero el tren que parte):; “Desde mi cuarto / soñé rostros reales, / construí amigos que no existen”.

Asistimos a un desgarro personal más allá del final de una relación:  “si mi suerte pudiera estar / en las cartas del tarot / o en la profecía de una galleta china / no tendría sentido entonces / despertar cada día poco antes de las seis de la mañana / preparar desayuno /tomar café / husmear por las ventanas en busca de la primavera. / Pero persisto en romper galletas / en busca del significado oculto” (Tarot). Para acabar con frases de resignación: “Nunca seas pobre en Dubái”; “La supervivencia / tiene la forma de un pañal sucio / tirado en la acera” (Tajo); o citando a Gertrud Stein: “Una casa / es una casa es / una casa es una / casa / es”.

Rituales del fuego es la segunda parte donde interacciona con el lenguaje  y su capacidad expresiva: “Quemar la palabra, / pero no la voz”; “La palabra quema / el fuego sin metáfora”; “La palabra persiste terca / entre las cenizas / resiste al fuego / mantiene su dignidad de palabra escrita”. Es una declaración de intenciones: “Después del fuego / las cenizas. / Escarbar entre los escombros: / si algo queda / entonces el poema”. Continúa en la siguiente sección, Entre paréntesis, “Cada texto es solo el texto que cada lector lee”. Se cuestiona la función de lo escrito: “solo esto tengo / murallas de libros que aún no leo / que me acompañan y amparan. Y esperan”; “Estas palabras frenan dichas antes. / Otros los han escrito por mí. / ¿Dónde están los que he susurrado / los que pude haber gritado / pena callé?”. También relaciona con lo más político de los discursos: “Pero ya es sabido que las tierra prometidas / no existen”; “Me da risa / la izquierda de este país / haciendo revolución sobre los muros de la ciudad”. Sin embargo, y utilizando de nuevo el inglés, concluye que “It’s your saliva / creating a wet road / discovering a new geography / for pleasure” (Language of love).

Continúa con la lista de cosas pendientes, To-do-list, es la puerta abierta al porvenir: “Escribir es clave / para que nadie nos entienda, / como esos artículos académicos /…/ La poesía no cambiará la vida / como tampoco esos artículos académicos”. Son actos cotidianos que forjan un carácter: “Coleccionas piedras / como quien quiere construir un camino”; “Hacer la cama en la mañana / es un acto subversivo”.

Termina el poemario con una serie de Poemas rusos dedicados para Anna Ajmátova. Abre el abanico de temas y tonos: “Llega al bosque como quien llega al mar, entregarse”. Aprovecha con acierto las connotaciones de cómo llega la literatura rusa al castellano: “Sentarse antes de partir / como si nuestra madre  fuese rusa / y algún dios eslavo / protegiese el viaje”. O rememorar algún pasaje célebre: “Todos los pueblos pequeños son iguales / pero este paisaje / se escribe en otro idioma /…/ Todo pase como en la transfiguración / de un sueño / del que nos bajaremos / en la última estación”. A pesar de tener todo  el libro un mood de tristeza, surgen, como gemas, otros más luminosos: “Llega. / El vino suple el amor en este poema. / Y todo es literal”; “Davai / todo cabía en una sola palabra”. Precisamente esa palabra, davai, es la forma coloquial para incitar a realizar algo. Este es un poemario maduro, lleno de sentimientos sin caricaturas, donde la autora muestra el proceso de ruptura, el proceso de escritura y se abre al futuro: Davai

lunes, 29 de abril de 2024

Reseña de Lucía Bleusvet: ‘Eclosión’. BajAmar. 2023

 ECLOSIÓN


Lucía Bleusvet se corresponde con Lucía Bonilla Molina, cantautora y artista plástica. Sus poemas están en varias antologías y en Las alas de los pájaros que huyen, que mereció el accésit en XIV Concurso de Poesía, Universidad Autónoma. Coordina la tertulia poética La Errante Poesía. En el prólogo de Verónica Aranda se insiste en que su poesía es una forma de autoconocimiento. Y, efectivamente, desde la primera sección, Vacío, encontramos versos dirigidos a poner negro sobre blanco apuntes de autoconocimiento (“Esto es un canto al vacío. / Soy un cuerpo en reverso desnudo”, Disnea; “Yo quería / engullir la belleza, / huir la tristeza, / comerme la luz”, Desayuno), tanto como algunas certezas (“Las flores del invierno son las más puras. / No es tarea fácil florecer en condición adversa”, Agreste).

Sin embargo, son los versos de desamor los que predominan: “La desdicha: tu nombre te desdice” (Tu nombre, es decir, el mío); “Me entrego a ti como se entregan / los leños desnudos al mar tras el naufragio” (Ataduras). Paralelamente, la confianza vital, “Vivir no es esperar, sino esperanza” dice en dos poemas, La hora azul y La hora dorada.

El vacío se va haciendo consistente en la segunda parte, Trasluz, una especie de toma de conciencia de la Adultez; “Crecer es denso y cansado/…/ No hay eclosión posible / sin el extenuante tránsito”. Lleva citas de Sylvia Plath y Emily Dickinson y el tono es muy cercano a ambas: “Soy ajena a mí misma: / no me encuentro /…/ ser mi propio centro: / todo en contra. / No desisto” (Ímproba loba); “No sé dónde está la herida, / pero sangro”.

El conocimiento se va demostrando en la aparición de líneas, conexión, hilos…  así como en la dureza que supone la conciencia, muy gráficamente señala: “La verdad a una mano demasiado abierta / como para quitar la cara” (Bofetones). El proceso es un deseo claro “Ansío / adentrarme en la profundidad de las cosas” (Azogue), pero, sobre todo es un proceso: “Ya me acostumbré a todo: / al piar de los gorriones a la venta, / a la altas verjas y su chirriar ocre /…/ Ya disfruté de todo: / de la libertad, la soledad, las lecturas, /…/ Mis maletas pesan. / Muchas meses después, / giro la llave de esa puerta morada / por última vez” (Chambre 118). Explícitamente Lucía Bleusvet considera la literatura una forma de conocimiento: “El arte es consecuencia de la vida, no la precede” (Artista). Esto no quita lirismo ni intensidad emocional: “Hay días en los que acuno mi tristeza / como si fuera un lirio blanco y frágil / en un lado del pecho y lo germino” (Preludio).

“… Hay lo que ya soy

que, sin embargo,

desconozco todavía” (Tragados)

Alumbramiento implica, en cierto modo, la llegada a la madurez y la conciencia como renuncia: “Quizá sea hora de aceptar / que no encontraré lo que busco /…/ Quise ser hora / de convivir pacíficamente con la ausencia”. La finalidad de estos poemas se enmarca en este contexto: “Escribo para que, en el futuro, / otra como yo / –otra como yo, pero distinta a mí–/ me lea / y se reconozca” (Genealogía); “Me he construido / un refugio de paz donde los pájaros vuelan, / pero no dicen a dónde” (Lapso sublime). El conocimiento da poder, aunque sea el autoconocimiento, o especialmente el autoconocimiento: “El embrión de la libertad / y de ser dueña de una misma / reside en el conocimiento” (Hacia una luz siempre más y más nítida).

Aunque, también se descubre como un ser para el afecto y la emoción: “Soy un territorio poblado de afecto; / en mis manos / crecen amapolas” (Fértil); “caricias es una palabra ondulada, / una sed transparente, el sutil / movimiento peristáltico / imperceptible del roce suave” (Piel); “El amor anida en mí de forma cóncava” (Infancia); “Sobra la arena, desnuda, tu cuerpo / y mi cuerpo espumoso, la mar lo embebe y te ama” (Boceto).

Este no es un poemario sombrío o nostálgico, no se ampara en las sombras, sino en la luz, en la esperanza, literalmente, titula un poema Fiat Lux: “La eclosión es circular e impredecible. / En la esperanza, todo existe”.

La última parte es, más que un libro de estilo, aunque se llame Poética, una declaración vital de intenciones: “En el centro de mi ombligo albergo / vértigo, / nombre y apellidos” (Grava). Es una asunción del oficio de poeta: “Ahondarme en el lenguaje / como ávidas manos hundiéndose / en la negra tierra húmeda” (Busco la palabra); “A veces, procrastinar el poema / desperdicio la vida” (Pretensiones de poeta). El objetivo marcado es “Encontrar / la belleza de la lógica” (Poesía) y las armas para conseguirlo: “Escribir en / una legítima defensa” (Oficio de poeta). Un delicado poemario donde rastreamos versos intensos, lírica incipiente y una vitalidad transformada en labor cotidiana de escritura.

martes, 23 de abril de 2024

Reseña de Antonio Cruz Romero: ‘Flores enfermas’. Libros del aire. 2023

FLORES ENFERMAS


En Atonaal tuvimos un adelanto de Flores enfermas, bajo el título de Solo los amantes sobreviven, ambas entregas bajo títulos del cineasta Jim Jarmush. En el universo personal de Antonio Cruz caben citas de Baudelaire, D.W. Griffith, Radio Futura y El último de la fila, y sobre todo, la influencia de los poetas daneses. La novedad relativa está en el protagonismo de los poemas de amor.

En la primera parte, Cartografía fúnebre, es donde está más presente esta influencia neerlandesa, heredera de El funeral solitario, ese peculiar rito que protagonizaban el añorado Menno Wigman o Startik. La manera en la que Antonio Cruz concibe la elegía tiene que ver más con la obsesión hacia la ausencia, la pérdida, por ejemplo, de la infancia: “Mi infancia fue el rumor de una caracola; / mi infancia: contemplar un ojo de cristal” (La infancia es un rumor). O de la manera en la que se pierden los recuerdos: “Ahora, que el lenguaje está mal doblado; / ahora, que el camino que unía también aleja; / ahora, en este trayecto de vida y vuelta, / ahora que el desánimo ha anegado el amor / y el fracaso es incuestionable: semihundido / el pecio del barco sobre la deriva del olvido” (Ulises [Ahora que])… En estos poemas encontramos monólogos dramáticos, paisaje con figuras que nos acercan a la traición de la vida: “Y así la norma nos violenta nuevamente y sin recuerdo, / con nocturnidad y alevosía, pero colmada de realidad, y hasta de deseo” (Nocturno). Nos acercan a los ausentes, como en el poema El mes para enterrar a los muertos o los emocionantes versos que dedica a La tumba de Wigman: “Yo quiero venir aquí solo para emborracharnos juntos /…/ Aquí vivo ahora, pero no soy feliz, porque para serlo / necesito embriagarme del júbilo visible de la eternidad”.

El poeta va desgranando pequeños paisajes líricos (Jan Sweelinck toca canciones de amor) y se obstina en mostrarnos que todo puede ser indicio, símbolo o alegoría, los pájaros…: Mosquitero; El pájaro del cementerio de Zorgvlied): “Lo sé: nunca volveré a ver un ser tan hermoso con alas”. A veces, todo es un gigantesco memento mori, como Funeral: “El domingo el día más triste que existe”. Y más aún, una soledad más completa tras la tumba: “… hasta que el reloj de la iglesia / ha hecho añicos el sublime momento, con la advertencia de que ya no recibes visitas los muertos de su cementerio” (Buiksloterdijk). Se canta la pérdida hasta de la razón: “salvo algún loco poeta que aquí acude a buscar sentido a la existencia” (El cementerio de Buiksloot). Y se transmite una sensación de desamparo y tristeza: “Difícilmente podía haber tenido con mis huesos / en otra triste habitación que no fuera esta en la que escribo” (Fatum).

Con el título prestado de La canción de Juan Perro, Negra flor sirve de bisagra, casi de anticipo al cambio de registro de la segunda parte del poemario: “que yo permitiré que me beses como sólo tú has podido besarme /…/ He buscado flores y todas eran artificiales, de morgues y camposantos; / al fin noche, sobre un nicho encontré una negra flor, encerrada en un ataúd”.

Solo los amantes sobreviven recoge los poemas ya publicados en Atonaal, que se acompañan de otros que dejan intuir una felicidad que se infiltra entre los cuerpos sin dejar el romanticismo que sin duda contienen los cementerios y el recuerdo de la muerte: “Te fuiste a la cama y pasé con el coche junto al cementerio y los cipreses / me hicieron recordar a Ava Gadner en La condesa descalza / e imaginé que cuando te volviese a ver te diría que esperaba que este no fuera el fin del mundo, que ahora no nos lo merecíamos” (La condesa descalza).

En la poesía de Antonio Cruz, y en estos poemas de manera más clara, se crea una atmósfera contemplativa: “No entiendo cómo puedo amarte así y seguir estando cuerdo” (Cuerda oscura); “siempre fuimos los únicos seres de nuestra creación /…/ acaso no existes, quizás te he inventado yo” (Ostracismo). En ocasiones podríamos decir que tiende a crear películas que, más allá del argumento narrativo de la anécdota, invitan a la reflexión y a la contemplación (“Debéis estar recluido en un psiquiátrico con vistas al mar”, La creación). Son escenas  pausadas y llenas de momentos que transmiten el silencio para sumergirse en una burbuja: “porque somos dos modernos vintage y dos absurdos románticos / fuera de la belleza absoluta y la perfección que eres tú, e imposible sobrevivir” (Nosferatu una noche de primavera); “pues hay ocasiones que ni aquí parece que existan los milagros, / y ni que tan siquiera Dios haya sido alguna vez español” (Las botas blancas). Sin duda, poemas del romanticismo más intenso. Recordemos que los amantes de Jarmush son esencialmente vampiros.

Paralelamente, podríamos decir que son pocos elementos en cada poema, no llega a ser minimalismo, pero sí que le gusta jugar con momentos concretos, sin divagaciones, apuntes escuetos del paisaje, del momento, de las descripciones, dejando en elipsis parte de lo que se intenta transmitir: “pues asumo con resignación que solo puedo explicarte teológicamente” (Epifanía); “solo la belleza puede abrir lo que permanece cerrado eternamente, / y con tu ojo negro y una simple mirada me descifraste” (Teológicamente).En esta segunda parte, más que la soledad que poblaba poemarios anteriores, surge la complejidad de las relaciones, las inseguridades y el gozo: “cuando hago que Amsterdam te admire sin ropa” (Déjà vu… tú).

Antonio Cruz tiene un estilo distintivo –incluso visual, como vemos en sus publicaciones en Ravenswood Books–, con composiciones cuidadosamente elaboradas, uso muy creativo de las imágenes y la creación de unas atmósferas que tanto deben al clima neerlandés: “hasta que la débil luz del día primo / nos convierta en dos espectros enfermizos” (La balada de la sirena y el marinero); “traduciendo la inscripción ausente de esta lápida imagina: “no hay nada más bello que lo que te excede de salvaje, / nada más fino que el coral de tu piel, con el que yo trafico en sueños” (Coral). El poeta nos ofrece un libro intimista que explora la condición humana, el paso del tiempo, las ausencias, la búsqueda de significado, y, afortunadamente la conexión afectiva: “Este amor es como la parte emergida de un iceberg” (Ley de la gravedad); “imaginado otros mundos y desconociendo entonces / que yo vendría un siglo después a la saeta / del murmullo que dejó olvidado tu pasado” (Estatua de piedra). Gozamos de esa mezcla de poesía y música, de referencias cinematográficas y artísticas diversas, aunque sea Jim Jarmush el privilegiado en esta ocasión.